EN GALLO LOS NIÑOS SUEÑAN JUGAR EN PAZ
Por primera vez en su historia, las familias de las veredas de Tierralta (Córdoba), aledañas al Punto de Transición y Normalización (PTN) de Gallo, pudieron juntarse para celebrar el Día del Niño y la Niña.
“Ya no queremos más historias de miedo”, dice una de las madres que relata una nueva historia de esperanza.
En el Centro Educativo Rural, a las afueras del PTN de Gallo, en Tierralta ( sur de Córdoba) las risas infantiles se escucharon durante toda una mañana. Un grupo de 200 niños y niñas, en compañía de sus progenitores, pudieron celebrar, por primera vez, su día.
La Alcaldía de Tierralta, varias entidades del Gobierno Nacional -entre ellas el ICBF-, Pastoral Social y el sector privado se unieron para que los niños y niñas pudieran tener un día diferente. Mientras que los integrantes del Mecanismo de Monitoreo y Verificación –MMV- y la Misión de las Naciones Unidas en Colombia estuvieron presentes observando que se hiciera todo dentro de las áreas permitidas, puesto que a varios metros está el ingreso del PTN Gallo.
A Gallo se llega desde Tierralta luego de recorrer una carretera destapada durante 45 minutos y arribar al Puerto de Frasquillo. Desde allí se toma una lancha que navega el embalse de Urrá durante una hora. Al ingresar a la vereda, de un lado de observa la escuela y un kiosko con techo de paja. De otro un puesto militar que anuncia el ingreso a la PTN de Gallo.
Antes en esta región el tránsito constante de hombres armados de distintos grupos no permitía que muchas familias se animaran a salir. Pero, como explican varias de las madres, había un problema mayor: “Nunca se acordaban de nosotros. No existíamos para ninguna autoridad. Para serle sincera, no teníamos tampoco muchos recursos pues ha habido mucha pobreza”, dice una de las mujeres.
En esta vereda solo existe un baño y está en el centro educativo. Tampoco puesto de Salud ni servicios públicos. Según un líder comunitario, la comunidad está conformada por 30 viviendas y 150 personas, entre ellos 58 niños y niñas que asisten al centro educativo, que a veces permanece cerrado. Pero en las veredas vecinas habitan familias con cerca de 150 niños y con quienes pudieron reunirse gracias a esta actividad.
Una de las mujeres, Mayerly del Carmen Pérez, madre de 5 hijos, cree que si todo mejora quienes podrán disfrutar más son los niños. “Mi esperanza de la paz es que todo mejore por la educación de mis hijos y no exista violencia de matar a la gente y hacerla desplazar”, expresa.
Lo dice porque durante años vivió con miedo de que su esposo saliera a trabajar y nunca regresara, como ocurrió con varias familias. Ahora, comenta, la historia es distinta: “Por lo menos el esposo sale y uno queda tranquilo porque va a llegar y no sufre porque de pronto un grupo le haga daño o alguna cosa”.
Le anima que varias entidades del Estado comiencen a tener más presencia en la región. “Ya no nos tienen tan olvidados como nos tenían antes, al menos se acuerdan del campesino de estas veredas”, añade.
"Queremos que de la mano de la paz llegue la atención. Los niños necesitan espacios como estos para poder disfrutar. También atención de los médicos. Los mayores necesitan que los atiendan porque hay paludismo”; expresó un líder comunitario.
Todavía muchos hablan con temor. “Ahora estamos bien. Necesitamos es que esto continúe así y no permitan que otros grupos armados ingresen por aquí. Ya no queremos más historias de miedo”, finaliza.
En Gallo hay esperanza y piden que no regrese la guerra para que los niños puedan jugar en paz.
Escrito por Elizabeth Yarce, Oficial de Información Pública, regional Antioquia
Misión de la ONU en Colombia, mayo de 2017.