“LO MEJOR QUE NOS HA PODIDO SUCEDER ES LA PAZ”
José del Tránsito Asprilla, líder de Vigía del Fuerte, Antioquia.
Correr hacia la selva o meterse debajo de sus casas de palafito eran algunas de las formas en que los habitantes de Vigía del Fuerte se escondían de las balas cuando algún actor armado se tomaba el pueblo. En las riberas del río Atrato, este municipio fue el centro de enfrentamientos entre guerrillas y grupos paramilitares durante la década de los noventa.
“Con la llegada del conflicto cambió totalmente nuestro sistema de vida, vivíamos con mucho miedo”, cuenta José del Tránsito Asprilla, líder comunitario y presidente de la Junta de Acción Comunal municipal. “Lo mejor que nos ha podido suceder es la paz, porque quedó demostrado que con la guerra no llegamos a ninguna parte”, dice José, para quien la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC-EP calmó la zozobra de los más de seis mil habitantes de este municipio antioqueño.
“Hemos visto con muy buenos ojos el proceso de paz y realmente desde que se inició el proceso se ha visto el cambio porque ya no hubo muerte por los grupos, ya podemos movernos libremente como lo hacíamos antes. Y es que la paz significa progreso, desarrollo. Queremos que los turistas vuelvan, para que conozcan nuestra selva, nuestra fauna, nuestro sistema de vida”, afirma José.
Hoy Vigía del Fuerte, que vive principalmente de la pesca y de la agricultura con la siembra del plátano, borojó, yuca, entre otros, tiene en la vereda Vidrí, en el corregimiento de Vegaez, a orillas del río Arquía, un Punto Transitorio de Normalización (PTN), de los 26 Zonas y Puntos creados en el país para asegurar la dejación de armas de las FARC-EP y su reincorporación a la vida civil. La instalación de este Punto tuvo el respaldo del Consejo Comunitario Mayor, los consejos comunitarios locales y las juntas de acción comunal. Para los habitantes de este municipio, el PTN significa una presencia más activa del estado para apoyarlos en el desarrollo de su región.
La esperanza de un futuro mejor es la consigna de esas comunidades que históricamente han sufrido el flagelo de la guerra. “Que mis hijos y que los hijos de mis amigos nunca más vuelvan a ver el conflicto que hemos vivido, y que puedan seguir viviendo, estudiando y luchando por el progreso de Colombia y el mundo”.
Escrito por Jennifer Moreno, Oficial de Información Pública, Regional Quibdó
Misión de la ONU en Colombia, Junio de 2017.